
Desde su llegada al poder en 1975, los Khmer Rouge promovieron de forma brutal la instauración de una estructura agraria Maoísta. Todas las ciudades, incluyendo la capital, fueron evacuadas y la sociedad se estructuró en cooperativas agrarias, donde se trabajaba sin parar, a cambio de dos raciones de arroz al día y la esperanza de que no te matasen indiscriminadamente. La gente con educación estaba especialmente en el punto de mira. Para ahondar el la crueldad, los Khmer Rouge entrenaba a niños soldados que en ocasiones llevaban a cabo las acciones más brutales.
La visita a los campos de exterminio, donde se pueden ver las fosas colectivas en las que se han encontrado por el momento 8,985 cadaveres y la visita al Museo Tuol Sleng, un antiguo colegio que se convirtió en el mayor centro de detención y tortura del régimen (y del que menos de media docena de los cerca de 14,000 prisioneros salió con vida) no dejan indiferente. La idea de que toda la población de Camboya de más de 30-40 años fue durante el régimen víctima o verdugo (o ambos) pone los pelos de punta y te lleva a preguntarte hasta que punto las heridas están cerradas….
La película “The Killing Fields” (quizá traducida como “Campos de exterminio”) narra las peripecias de un periodista americano Sydney Schanberg y su ayudante Camboyano Dith Pran durante y después de la guerra. Dura pero merece la pena.
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